Como en las peores epocas: Torturan a docente
“TENEMOS QUE PARAR A ESTOS TORTURADORES”
A una maestra de una escuela de Moreno, cerrada en protesta por la muerte de otros dos docentes, la secuestraron y le grabaron en el abdomen con un punzón afilado “Olla no”, por la olla popular que mantienen para darles de comer a los alumnos. El sindicato hizo responsable al Gobierno por la seguridad de los educadores.
Conferencia de prensa de Suteba donde denunciaron el secuestro de la docente de Moreno.
Una docente del CEC 801 de Moreno fue secuestrada, golpeada, introducida en el baúl de un auto, donde las tres personas que la atacaron le escribieron en el abdomen, con un punzón, en un claro acto de tortura: “Ollas no”.
La leyenda alude al trabajo que vienen realizando los docentes, en esa
escuela, para dar de comer a los alumnos y realizar en las plazas del
barrio clases al aire libre porque los colegios de la zona están
cerrados en repudio a la muerte Sandra Calamano y Rubén Rodríguez. Antes
del secuestro de la docente, en la escuela se habían recibido amenazas
de muerte, una de ellas señalando que los educadores que participan de
las actividades iban a aparecer en el cementerio de Moreno. A Corina de
Bonis, le pusieron una bolsa en la cabeza para que no pudiera
identificar a sus captores, informó anoche en conferencia de prensa el
Suteba, encabezado por su titular, Roberto Baradel. “Tenemos que parar a
estos torturadores”, advirtió.
Las advertencias antes de la tortura a una docente | Cuando los docentes de Moreno denunciaron las amenazas
La
mujer, acompañada por su esposo, sigue internada en el Hospital de
Moreno y hoy se realizará una marcha para repudiar el hecho. La
gobernadora María Eugenia Vidal repudió el hecho y dijo que se cruzó “un
límite”.
El ataque a de Bonis ocurrió a las 5 de la tarde, en pleno
día, cuando ella se dirigía a su domicilio. Otras dos docentes de la
zonas recibieron amenazas durante toda la semana.
Baradel,
acompañado por cerca de treinta docentes y dirigentes del gremio,
denunció que se trató de “un hecho gravísimo ocurrido en democracia” y
señaló que se había comunicado con el ministro de Seguridad de la
provincia, Cristian Ritondo, y con el ministro de Educación, Gabriel
Sánchez Zinny, a quienes hizo “responsables por la seguridad de todos
los maestros” de la localidad de Moreno. Sánchez Zinny, consultado por
PáginaI12 sobre la agresión sufrida por la docente, respondió: “Nosotros
repudiamos el hecho, que es un disparate total”. El ministro dijo que
se puso en contacto con el responsable de Seguridad, Cristian Ritondo, y
comentó que “la inspectora en Psicología de la provincia está
acompañandola a ella y a su familia, para acompañarlos a hacer la
denuncia ante la Fiscalía”. Insistió en que lo ocurrido “es una
barbaridad, es un hecho delictivo”, a la vez que informó que por el
momento “no hay hipótesis” sobre los posibles responsables del hecho.
Baradel
informó, en la sede del Suteba, en Piedras al 700, “le pusieron una
bolsa en la cabeza y, con un punzón, escribieron sobre su panza ‘ollas
no’”. Corina de Bonis, es una docente del Centro Educativo
Complementario del barrio Villa Anita que participaba de la olla popular
organizada por la institución que funcionó hasta la semana pasada,
cuando los docentes decidieron levantar la iniciativa por repetidas
amenazas. En Moreno, por la explosión de la escuela 49 que visibilizó el
deplorable estado edilicio de los establecimientos educativos
bonaerenses, las clases continúan suspendidas. Al igual que sucede en
otras escuelas de la zona, en el Centro Educativo Complementario 801,
del barrio Villa Anita, las familias y docentes organizaron una olla
popular para no cortar el servicio de comedor, que para muchos niños es
la única comida del día.
Como el CEC tiene el gas cortado, debido a
pérdidas en el servicio, recibía por parte del gobierno una vianda fría:
un sándwich de jamón y queso y una fruta. “Los chicos necesitan comer
bien. Entonces empezamos a armar una olla popular con donaciones de
maestros, familiares, comercios y organizaciones ATE y Suteba”, informó
Leila Mendel Revilla, directora del Centro, quien detalló que además de
las pérdidas de gas sufren derrumbes de pozos y rajaduras estructurales,
entre otras problemáticas. Al Centro, que es una institución de la
modalidad de Psicología, asisten chicos que vienen en contraturno, ya
sea por cuestiones laborales de los padres o por problemas de
aprendizaje de los alumnos. Se ven los mismos temas que en la escuela
normal, “pero abarcados desde distintas modalidades. Acá hacemos
talleres y propuestas más lúdicas para aprender”, detalló la directora.
Sin
embargo, lo que comenzó como una iniciativa solidaria terminó en una
pesadilla. El 22 de agosto pasado, los docentes del CEC recibieron una
amenaza telefónica, en la que les advirtieron “que se dejen de joder con
las ollas”. El llamado, atendido por una docente, fue denunciado a la
UFI N°7.
Los docentes decidieron continuar con la iniciativa popular
pero 6 días después recibieron una nueva amenaza. “Nos pasaron un papel
por debajo de la puerta que decía ‘Siguen ustedes’. Al principio no
entendíamos, pero cuando salimos del CEC vimos que había tres autos
rayados, que pertenecían a docentes del CEC. Pese a esto, decidimos
seguir”, relató la directora.
El miércoles de la semana pasada, sin
embargo, llegó una tercera amenaza, de mayor violencia aún, que
convenció a las docentes de levantar la olla popular. “En el parabrisas
de uno de los autos dejaron un papel que decía ‘La próxima olla es en
Roldán y Güemes. No todas tienen auto’. Esa es la dirección del
cementerio, así que esto nos terminó de partir. Nos dio mucho miedo
porque la amenaza era bastante concreta. Y en una asamblea docente
decidimos no continuar con la olla”, explicó Mendel Revilla.
Según
denunció la directora, otras escuelas de la zona también fueron
amenazadas. Incluso, en la zona se hizo una panfleteada con carteles que
decían “Vuelvan a dar clases” y “No hagan política”.
Desde la
primera amenaza, el CEC 801 venía solicitando al Servicio Alimentario
coordinado por la Dirección de Consejos Escolares una vianda más
elaborada. “Recién después de la tercer amenaza nos enviaron una vianda
mejor, que consiste en dos empanadas y una fruta. Pero las familias se
organizaron y decidieron continuar con la olla, en una calle a tres
cuadras del CEC, donde vive una de las madres”, contó la directora.
Se
trata de un grupo de 10 madres que consideran que la nueva vianda
también es muy pobre, no alcanza para alimentar correctamente a un niño.
“Esas amenazas que recibieron en el CEC son políticas. No quieren que
se muestre el hambre que tenemos. Pero el hambre existe, así que
decidimos continuar. A la mañana damos desayuno, al mediodía almuerzo. Y
ayer también dimos la merienda”, contó una mamá que organiza la olla.
La
sorpresa, para ellas, es que no fueron únicamente niños los que se
acercaron a comer. “Vinieron vecinos también. Y eso es algo que no nos
esperábamos. Es gente que precisa mucho, que no tiene para comer. Acá
hay mucha necesidad”, explicó. “Incluso apareció un hombre para ver si
le podíamos conseguir zapatillas de su número. Y apareció una mujer a
denunciar un caso de violencia de género. No nos esperábamos todo esto”,
agregó.
La olla es organizada con las donaciones que habían sido
recibidas por el CEC en los últimos días. “Contamos con el día a día, no
sabemos hasta cuándo nos va a alcanzar. Hay días que entre las madres
juntamos plata para comprar un poco de carne picada. Ayer hicimos guiso
de lentejas y raspamos la olla, no nos sobró nada. Y le dimos de comer a
más de 60 personas, que ambién se llevaron para sus familiares”, contó
la madre, quien aclaró que deben cocinar a leña, porque no cuentan con
mechero. “Nosotras apoyamos la decisión de los docentes de no continuar
con las clases. Yo quiero que a mi hija me la entreguen viva, no en un
cajón. Esto es culpa de los políticos, porque Moreno es tierra de nadie,
nos tienen abandonados”, concluyó.