El nuevo "Nuevo Mundo"
El nuevo "Nuevo Mundo"
por Lic. Guillermo Moreno* por Dr. Claudio Comari por Lic. Norberto Itzcovich
Desencontrado con la etapa histórica, el oficialismo se arrojó a los brazos del libre comercio al mismo tiempo que éste, como modelo hegemónico y excluyente, sufría su derrota final con la deserción de los Estados Unidos de sus filas.
Es por ello que, varias veces, señalamos que la estrategia de inserción internacional de la alianza Cambiemos fue, entre otros, uno sus mayores errores de diagnóstico.
El surgimiento del Nuevo Orden Internacional (NOI), caracterizado por la
puesta en valor de los vectores de competitividad de las economías
nacionales, se desarrolla en una dinámica de fondo esencialmente
confrontativa1, una lucha sin concesiones por la determinación de cuáles
son los pueblos que tendrán trabajo y cuáles lo perderán.
Y, como
hemos tratado de manera recurrente (la semana pasada, entre otras
oportunidades), ese reordenamiento paulatino de las relaciones
internacionales, cada vez más ajeno a las premisas del Consenso de
Washington, abre una ventana de oportunidad para convertir a una
Argentina de pleno empleo en una realidad posible.
En todo el orbe
tal mutación adquiere diferentes características y velocidades, conforme
se van redefiniendo a su vez las relaciones comerciales entre los
países.
En América, dos hechos resonantes recientes ameritan ser objeto de análisis por sus secuelas:
en
el hemisferio Norte, el acuerdo NAFTA acaba de ser renegociado, sobre
bases que se apartan significativamente de su matriz filosófica inicial,
dando origen al "Acuerdo Estados Unidos- México-Canadá" (USMCA, por su
sigla en inglés), en mayor armonía con el NOI;y en el Cono Sur, Brasil
parece encaminarse a consagrar como presidente a Jair Bolsonaro, quien
ha realizado altisonantes declaraciones sobre su preferencia por "menos
Mercosur y más acuerdos bilaterales", abriendo un interrogante sobre el
enfoque hacia las relaciones internacionales que desarrollaría el nuevo
gobierno de nuestro vecino país, que podría distar significativamente
del de sus antecesores inmediatos, y del que sostiene el actual gobierno
argentino.
Ninguna de estas novedades puede ser ignorada a la hora
de reflexionar sobre el Modelo de Desarrollo Económico Permanente y
Sustentable (MoDEPyS) que la Argentina necesita y que, más temprano que
tarde, iniciará su marcha.
En el norte: hecho en casa y bien pago
Con
el allanamiento de Canadá a revisar el anterior tratado de libre
comercio, culminó un proceso de arduas negociaciones, bajo la amenaza
del presidente Trump de denunciar el antiguo pacto si no se modificaban
aspectos considerados perjudiciales para su país.
Aunque restan los
pasos formales para su vigencia, tales como la ratificación por los
parlamentos, los trazos principales del USMCA ya han sido acordados por
los negociadores de los respectivos poderes ejecutivos.
Los aspectos
más distintivos, en cuanto a las modificaciones introducidas, son
aquellas disposiciones orientadas a limitar el ingreso de bienes finales
o insumos intermedios provenientes de países externos al tratado, ya
que los beneficios arancelarios, en el intercambio comercial entre sus
miembros, están subordinados al cumplimiento de cuotas mínimas, en
general muy altas, de uso de componentes producidos en la región.
En
el caso particular del intercambio con México, otro elemento clave
impulsado por los EE.UU., es el vinculado a la reducción de las
asimetrías entre los mercados laborales de los países.
Así se acordó:
que
entre el 40% y el 45% de los productos de la industria automotriz debe
ser realizado por trabajadores que ganen al menos u$s16 por hora,
incluir
un Anexo que compromete acciones en la legislación mexicana para
garantizar el ejercicio de las negociaciones colectivas y obliga a las
partes a adoptar y mantener derechos laborales reconocidos por la
Organización Internacional del Trabajo,
limitar, entre otros, los
llamados "contratos de protección" que tienden a favorecer la
precarización de las condiciones de los asalariados, e incorporar nuevas
disposiciones para prohibir la importación de mercancías producidas por
el trabajo esclavo y garantizar que los migrantes estén protegidos por
las leyes laborales.
Resulta evidente que el cuidado de las
industrias locales y la promoción de empleos bien remunerados, son los
ejes rectores de estos nuevos acuerdos.
Diseñando nuestra nueva integración económica
En
varias oportunidades hemos señalado que las transformaciones del orden
internacional hacen cada vez más evidente los límites del Mercosur.
Es
que si luego de más de tres décadas desde la "Declaración de Foz de
Iguazú"2, los impedimentos de la integración continúan, ello no se debe
(centralmente) a falta de voluntad o pericia política de los poderes
ejecutivos, sino a la ausencia de complementariedad entre las dos
economías más importantes del bloque.
Se trata de entramados
productivos que compiten entre sí. Por ello, sin importar de cuál bien o
servicio se trate, en general, las empresas brasileñas y las argentinas
disputan los mismos clientes, incluso en sus mercados internos.
Dijimos
hace más de un año ("Reforma laboral de Brasil: ¿el fin del Mercosur?",
BAE Negocios, 24/7/17), "si a las asimetrías de competitividad hoy
existentes se le adiciona que la producción brasileña logra obtener un
diferencial basado en el abaratamiento del costo de la mano de obra,
será imposible la supervivencia del acuerdo tal como lo conocemos".
A
su vez, recordemos, las áreas de libre comercio nacieron enmarcadas en
los postulados del mundo globalizado, sostenidas en los cimientos
axiomáticos de las corrientes neoliberales y que también fueran
adoptados como tales por las socialdemócratas.
Así como el
oficialismo argentino se "abraza a la globalización", también lo vienen
haciendo las últimas administraciones de Brasil, fenómeno especialmente
notorio una vez que, en su segundo gobierno, Dilma Rousseff cediera las
riendas de la economía al neoliberal Joaquim Levy3.
En el caso de que
asumiera Bolsonaro, y una vez en el gobierno diera curso a los anuncios
antes citados, Brasil sólo anticiparía una discusión que
ineludiblemente debemos dar, compelidos por las necesidades que
supondrán para la instalación de un MoDEPyS en la Argentina, la
continuidad de las múltiples tensiones e incompatibilidades en el
mercado común.
No caben dudas de que el diseño del nuevo ciclo de
integración económica, adaptado a las necesidades de nuestro modelo de
desarrollo, requerirá, además de redefinir la relación con Brasil,
extender los horizontes de nuestro intercambio comercial en un esquema
de articulación en el que la producción argentina llegue, entre otros
destinos, cada vez más al norte del continente.
En el nuevo amanecer
de nuestra Patria, nuestro mejor futuro estará en saber integrar a todas
las naciones hispanoparlantes de América del Sur, en un conjunto
armónico de economías complementarias, alrededor del eje
Caracas-Bogotá-Lima-Buenos Aires, recuperando así la gesta
sanmartiniana.
1 Proceso no exento de violencia, al que el papa Francisco con crudeza caracteriza como III Guerra Mundial en cuotas.
2 Acuerdo de integración, precursor del Mercosur, firmado por los presidentes Raúl Alfonsín y José Sarney en 1985.
3
Dicha orientación tendría continuidad si resultara electo el candidato
del Partido de los Trabajadores, Fernando Haddad, según sus propios
anuncios de campaña.
*MM y Asociados