A 100 años de La Forestal, nave insignia del dominio ingles
Abrirán el predio de la fábrica para inaugurar un monumento al sindicalista Teófilo Lafuente. Este mes comienzan en Villa Guillermina (Santa Fe) una serie de eventos conmemorativos. Habrá mesas de debate hasta mayo dedicadas a analizar pasado, presente y futuro de un proceso signado por el latifundio, la explotación extractiva salvaje, la presencia de una empresa monopólica y una tirante relación de más de seis décadas con los numerosos pueblos forestales de la antigua cuña quebrachera santafesina.
El 29 de enero, los ecos de una de las rebeliones populares más
importantes de la historia nacional volverán a resonar en la memoria del
noreste argentino. En 1921 los pueblos del Chaco santafesino se
rebelaron masivamente contra la compañía británica La Forestal y
protagonizaron una experiencia de lucha icónica para la organización
sindical de los trabajadores. Ese proceso comenzó en 1918 y tres años
después fue brutalmente reprimido para proteger los intereses de la
empresa de origen ingles. Las noticias de esos días dan cuenta de 600
muertos, éxodos forzados y destrucción de hogares obreros. Las huellas
de esos momentos, los testimonios de esas luchas y las enseñanzas del
presente son parte de la serie de eventos previstos por el Encuentro por
la Memoria, la Identidad y la Reivindicación de los Pueblos Forestales
(EMIRPF) para conmemorar los cien años de un hito mucho tiempo olvidado.
Será histórico, anuncian los organizadores, y adelantan que en el
evento conmemorativo que se realizará el 29 de enero, por primera vez se
abrirá el acceso al predio de la ex fábrica de tanino de Villa
Guillermina, que supo ser la fábrica de tanino más potente del mundo. La
planta funciona desde hace décadas como fábrica de maderas aglomeradas.
Pertenecía a Ferrum, pero ahora sus nuevos propietarios firmaron un
convenio con la comuna local para construir un espacio para la memoria
donde se instalará el monumento a Teófilo Lafuente, el primer secretario
general y cofundador en 1919 del Sindicato de Obreros en Tanino y
Anexos de La Forestal.
Las luchas de La Forestal
La rebelión
de enero de 1921 fue el episodio final de más de dos años de conflicto
abierto en el norte santafesino. Comenzó a fines de 1918, cuando los
trabajadores de las fábricas de tanino, de talleres, montes, trenes y
lanchas, habían comenzado a organizarse y reclamar mejoras.
Formaron
el primer sindicato de la región y quebraron el orden impuesto por el
pulpo taninero. Unieron voluntades en los distintos pueblos y parajes y
consiguieron el apoyo de las federaciones obreras nacionales. Fueron a
la huelga y presentaron un extenso pliego de demandas. Buscaban mejorar
las condiciones de trabajo y de vida. El último ítem exigía de las
jerarquías un mayor respeto hacia los obreros.
Desde un inicio, la
empresa reaccionó con las únicas armas que conocía hasta entonces:
despidió y mandó a arrestar y deportar a los molestos. No faltaron los
choques físicos y asesinatos. A mediados de 1920, la empresa pasó a la
ofensiva. Primero, mandó a crear y financió una fuerza represiva
provincial: la Gendarmería Volante. La iniciativa articuló los intereses
del Estado provincial y de la empresa. Luego, cerró sus fábricas y
provocó el caos social. Los trabajadores reclamaron entonces por el
derecho al trabajo y la reapertura de las fábricas, por el cumplimiento
de las mejoras prometidas y el fin de la violencia empresarial.
Finalmente, iniciaron una revuelta popular. La reacción de la empresa
fue brutal. A la legislatura santafesina llegaron las voces del oprobio y
se narraron los trágicos destinos de los humillados. La precisión sobre
la magnitud de la masacre se escapa hasta el día de hoy. En la prensa
se llegó a denunciar que fueron entre 500 y 600 los muertos. Igualmente
difícil resulta medir los efectos sociales del terror empresarial. Allí
se cerró entonces la primera historia de La Forestal en el país. Las
nuevas condiciones del mercado y las luchas sociales obligaron a la
compañía a reinventar sus estrategias. En 1923, anunció reformas y
pronto se extendió una vieja idea: que la empresa llevaba el orden y la
civilización al norte provincial. La primera etapa de la empresa en el
país, que terminó en represión, duró casi dos décadas. Fueron años de
una intensa acumulación de capital y las ganancias se pusieron de
inmediato al servicio de una relocalización productiva de la firma en
Sudáfrica. La retirada estratégica se preparó durante décadas y se
realizó de forma paulatina. Su última fábrica, la de La Gallareta, cerró
en 1963. La extracción del quebracho, lo que quedaba de ello, había
dejado de ser rentable para el capital ingles. Los pueblos forestales
conocieron el éxodo social. Muchos quedaron e intentaron reconvertir las
fábricas. Se estudiaron múltiples alternativas. Pero finalmente se
instaló el estigma de los pueblos fantasmas.