Cristina: Como siempre… sinceramente.
Allí desgranaba reflexiones acerca del funcionamiento institucional, y de lo que considero el problema central de la economía argentina y la necesidad de abordarlo desde un acuerdo amplio de las distintas fuerzas políticas.
Hoy, releo aquellas líneas de inusitada actualidad en las que también mencionaba que las decisiones en el Poder Ejecutivo argentino siempre las toma el Presidente de la Nación y en las que decía sin eufemismos ni operaciones de prensa en off, que había funcionarios y funcionarias que no funcionaban.
También recuerdo el acto que se llevó a cabo en el Estadio Único de La Plata el 18 de diciembre de 2020, del cual participamos muchos compañeros y compañeras del Frente de Todos junto al Presidente de la Nación, cuando expresé textualmente: “… pero ojo, yo no quiero que ese crecimiento -el crecimiento económico del año 2021 que acertadamente pronosticara el compañero que me había precedido en el uso de la palabra- se lo queden tres o cuatro vivos nada más.
Para esto, me parece que hay que alinear salarios y jubilaciones,
obviamente, precios, sobre todo los de los alimentos y tarifas.”. En esa
oportunidad también señalé: “por eso le digo a todos aquellos que
tengan miedo o que no se animan, por favor… hay otras ocupaciones además
de ser ministro, ministra, legislador o legisladora. Vayan a buscar
otro laburo, pero necesitamos gente en los sillones que ocupen de
ministro, ministra, de legislador o legisladora… sean para defender
definitivamente los intereses del pueblo”.
Como no soy mentirosa y
mucho menos hipócrita (nunca digo en público lo que no sostengo en
privado y viceversa), debo mencionar que durante el año 2021 tuve 19
reuniones de trabajo en Olivos con el Presidente de la Nación. Nos vemos
allí y no en la Casa Rosada a propuesta mía y con la intención de
evitar cualquier tipo de especulación y operación mediática de desgaste
institucional.
En las primeras 18 reuniones, la última de ellas
el 07/09/2021, siempre le plantee al Presidente lo que para mí
constituía una delicada situación social y que se traducía, entre otras
cosas, en atraso salarial, descontrol de precios -especialmente en
alimentos y remedios- y falta de trabajo, sin desconocer, obviamente, el
impacto de las dos pandemias: la macrista primero y la sanitaria a los
99 días de haber asumido el gobierno. Igualmente siempre remarqué la
falta de efectividad en distintas áreas de gobierno.
También
señalé que creía que se estaba llevando a cabo una política de ajuste
fiscal equivocada que estaba impactando negativamente en la actividad
económica y, por lo tanto, en el conjunto de la sociedad y que,
indudablemente, esto iba a tener consecuencias electorales. No lo dije
una vez… me cansé de decirlo… y no sólo al Presidente de la Nación. La
respuesta siempre fue que no era así, que estaba equivocada y que, de
acuerdo a las encuestas, íbamos a ganar “muy bien” las elecciones. Mi
respuesta, invariablemente, era “no leo encuestas… leo economía y
política y trato de ver la realidad”. Una realidad que me indicaba que
en el año 2015 perdimos las elecciones presidenciales en segunda vuelta y
por escasa diferencia, con el mayor salario en dólares de Latinoamérica
-que representaba más del doble del salario actual-, con una inflación
que era menos de la mitad que la actual y con un candidato, Mauricio
Macri, que decía que no le iba a sacar a nadie lo que ya tenía, sino que
sólo iban a cambiar las cosas que estaban mal.
Fui, soy y seré
peronista. Por eso pensaba que no podíamos ganar. Y se lo decía no sólo
al Presidente. Muchos compañeros y muchas compañeras escucharon mis
temores.
El domingo 12 de septiembre de este año el peronismo
sufrió una derrota electoral en elecciones legislativas sin precedentes.
Mientras escribo estas líneas tengo el televisor encendido pero muteado
y leo un graph: “Alberto jaqueado por Cristina”. No… no soy yo. Por más
que intenten ocultarlo, es el resultado de la elección y la realidad.
Es más grave aún: en la Provincia de Buenos Aires, termómetro
inexcusable de la temperatura social y económica de nuestro país, el
domingo pasado nos abandonaron 440.172 votos de aquellos que obtuvo
Unidad Ciudadana en el año 2017 con nuestra candidatura al Senado de la
Nación… con el peronismo dividido, sin gobierno nacional ni provincial
que apoyara y con el gobierno de Mauricio Macri y su mesa judicial
persiguiendo y encarcelando a ex funcionarios y dueños de medios
opositores a diestra y siniestra.
Recuerdo que, cuando perdimos
las elecciones legislativas en la Provincia de Buenos Aires del año
2009, con Néstor como candidato a Diputado Nacional -después de la 125 y
de la crisis global del 2008-, quien Alberto considera con justicia el
mejor presidente de la democracia, el día lunes siguiente a las
elecciones no sólo renunció a la titularidad del Partido Justicialista,
sino que yo como Presidenta de la Nación pedí la renuncia de quien fuera
mi Jefe de Gabinete, entre otros. Y ¡ojo!… habíamos perdido en la
Provincia de Buenos Aires pero habíamos ganado a nivel nacional. A
Néstor Kirchner hay que recordarlo en versión completa y no editada.
Sin
embargo ahora, al día siguiente de semejante catástrofe política, uno
escuchaba a algunos funcionarios y parecía que en este país no había
pasado nada, fingiendo normalidad y, sobre todo, atornillándose a los
sillones. ¿En serio creen que no es necesario, después de semejante
derrota, presentar públicamente las renuncias y que se sepa la actitud
de los funcionarios y funcionarias de facilitarle al Presidente la
reorganización de su gobierno?
El martes 14 tuvo lugar, otra vez
en Olivos, mi última reunión con el Presidente de la Nación. Habían
transcurrido 48hs sin que se comunicara conmigo y me pareció prudente
llamarlo y decirle que tenía que hablar con él. Deje pasar 48hs
deliberadamente, para ver si llamaba (debo decir que de las 19
reuniones, la mayoría fueron a iniciativa mía). Allí le manifesté que
era necesario relanzar su Gobierno y le propuse nombres como el del
Gobernador Juan Manzur para la Jefatura de Gabinete. Sé que sorprenderá
mi propuesta, es de público y notorio las diferencias ya superadas que
he tenido con quien fuera mi Ministro de Salud desde el año 2009, cuando
debí remover a quien entonces era mi Ministra de Salud por el fracaso
en el abordaje de la pandemia de la gripe A (H1N1). Juan permaneció en
su cargo hasta que renunció para disputar la candidatura a Gobernador de
la Provincia de Tucumán en el 2015, cargo que obtuvo y revalidó por el
voto popular no sólo a través de su reelección, sino también en la
elección del pasado domingo.
Aunque en realidad, nadie debería
sorprenderse por mi propuesta: el 18 de mayo de 2019 le propuse a todos
los argentinos y argentinas como candidato a Presidente de la Nación a
Alberto Fernández.
¿Por qué cuento esto? Porque no voy a seguir
tolerando las operaciones de prensa que desde el propio entorno
presidencial a través de su vocero se hacen sobre mí y sobre nuestro
espacio político: Alberto Fernández quería que el Dr. Eduardo De Pedro
fuera su Jefe de Gabinete y fui yo la que no estuvo de acuerdo. Mal
podría ahora promoverlo para ese cargo.
A propósito de la
categoría de funcionarios que no funcionan… el vocero presidencial
escaparía a aquella clasificación. Es un raro caso: un vocero
presidencial al que nadie le conoce la voz. ¿O tiene alguna otra función
que desconocemos? ¿La de hacer operaciones en off por ejemplo?
Verdadero misterio.
Por la misma razón me comuniqué con el
Ministro de Economía cuando se difundió falsamente que en la reunión que
mantuve con el Presidente de la Nación, había pedido su renuncia. Las
operaciones son permanentes y, finalmente, sólo terminan desgastando al
gobierno. Es increíble que no lo adviertan. Es una pena tanto daño
autoinfligido.
Confío, sinceramente, que con la misma fuerza y
convicción que enfrentó la pandemia, el Presidente no solamente va a
relanzar su gobierno, sino que se va a sentar con su Ministro de
Economía para mirar los números del presupuesto. El año pasado, con
ocasión de presentarse el mismo, se estableció que el déficit fiscal iba
a ser del 4,5% del PBI sin pandemia a partir de marzo del 2021
-situación que no se verificó como es de público y notorio-. Cada punto
del PBI en la actualidad es alrededor de $420.000 millones. A agosto de
este año, a cuatro meses de terminar el año y faltando apenas unos días
para las elecciones, el déficit acumulado ejecutado en este año era del
2,1% del PBI. Faltan ejecutar, según la previsión presupuestaria, 2,4%
del PBI… más del doble de lo ejecutado y restando sólo cuatro meses para
terminar el año… con pandemia y delicadísima situación social. No estoy
proponiendo nada alocado ni radicalizado. Al contrario, simplemente
estoy recogiendo lo que en este contexto global de pandemia está
sucediendo a lo largo y a lo ancho del mundo, desde Estados Unidos,
pasando por Europa y en nuestra región también: el Estado atemperando
las consecuencias trágicas de la pandemia.
He sido Presidenta
durante dos períodos consecutivos. En el 2008 nos tocó atravesar la
crisis global más grande después de la Gran Depresión del año ’30.
Soportamos corridas cambiarias permanentes -con muchas menos reservas en
el Banco Central que en la actualidad- y el asedio de los Fondos
Buitre. Sé que gobernar no es fácil, y la Argentina menos todavía. Hasta
he sufrido un vicepresidente declaradamente opositor a nuestro
gobierno. Duerman tranquilos los argentinos y las argentinas… eso nunca
va a suceder conmigo.
También estoy convencida que será imposible
solucionar los problemas que dejó el macrismo de bajos salarios,
altísima inflación, endeudamiento vertiginoso con acreedores privados y
la vuelta del FMI con un préstamo de 44 mil millones de dólares, etc,
etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc, etc,
etc, etc, etc… votando al macrismo o votando sus ideas.
Cuando
tomé la decisión, y lo hago en la primera persona del singular porque
fue realmente así, de proponer a Alberto Fernández como candidato a
Presidente de todos los argentinos y las argentinas, lo hice con la
convicción de que era lo mejor para mi Patria. Sólo le pido al
Presidente que honre aquella decisión… pero por sobre todas las cosas,
tomando sus palabras y convicciones también, lo que es más importante
que nada: que honre la voluntad del pueblo argentino.