Conflicto Rusia Ucrania
Conflicto Rusia Ucrania: el Consejo de Seguridad de la ONU entró en crisis terminal. La Carta de las Naciones Unidas le confiere la facultad “principal” de mantener la paz pero el Consejo de Seguridad está muy lejos de cumplir con esa misión. Por Eduardo Febbro. Desde ParísEl Siglo XXI habrá sido la sepultura espectacular del anhelo que consistió en crear, a finales de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un sistema multilateral de seguridad basado en el derecho y con la máxima ambición de mantener la paz y la seguridad internacional. Con la crueldad de la condición humana de por medio esa ambición era por demás idealista, pero, el menos, a lo largo de los años y en muchísimos casos salvó decenas de miles de vidas humanas y evitó la propagación de conflictos más devastadores.
Así nació y se desarrolló la Organización de las Naciones Unidas y así
también murió la ONU, bajo los golpes, abusos y traiciones orquestados
por ese comité de gestión imperial del mundo que es el Consejo de
Seguridad de la ONU y sus privilegiados cinco miembros permanentes.
Misión incumplida
La
existencia del Consejo de Seguridad, tal como está configurado, carece
de todo sentido y legitimidad. La Carta de las Naciones Unidas le
confiere al Consejo de Seguridad la facultad “principal” de mantener la
paz y la seguridad internacional. Sin mucho reflexionar, cualquier
lector constatará que, desde hace décadas, la conducta de los cinco
miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU está muy lejos
de cumplir con esa misión. De hecho, las potencias que lo componen se
sirven del Consejo para enjuagar o disputar sus propios intereses, no
los de la comunidad internacional. El Consejo es una aberración que no
respeta los equilibrios del mundo. Nada puede demostrar de manera más
trágica su inoperancia como su absoluta incapacidad para intervenir de
una u otra manera en el conflicto en Ucrania.
La ONU y su Consejo de
Seguridad son hoy, como otras tantas veces, un actor lejano e
inoperante, un fantoche risible o en un palco al servicio exclusivo de
los cinco miembros del Consejo de Seguridad de la ONU: Estados Unidos,
Rusia, China, Francia y Gran Bretaña. Dos regímenes autoritarios en
conflicto permanente con el eje occidental (y viceversa), la primera
potencia mundial, Estados Unidos, y dos democracias europeas
protagonizan una pieza delirante: tienen, en una mano, el derecho a
vetar las resoluciones del Consejo de Seguridad y, en la otra, sus dedos
en los botones nucleares. En suma, hago lo que me da la gana, cuándo y
cómo se me ocurra.
La desarticulación del mundo diplomático y de la
legitimidad de la ONU se aceleró entre finales del Siglo XX y principios
del Siglo XXI: la intervención en Kosovo (1999), la invasión de Irak
(2003), las resoluciones que permitieron la intervención de la OTAN en
Libia (2011) y la reciente invasión rusa de Ucrania fueron verdaderos
atentados a la raíz de la paz. Hasta los más vehementes idólatras
de Vladimir Putin se deben reír a carcajadas con la situación que se
vive en el Consejo de Seguridad desde el día en que las tropas rusas
ingresaron en Ucrania: la ONU no envió Cascos Azules a Ucrania ni
tampoco adoptó sanciones contra Rusia porque Moscú utilizó su derecho de
veto para bloquear las iniciativas. Hay que admitirlo: es una obra
maestra de la burla al resto de las naciones del mundo. 141 países de un
total de 193 se pronunciaron a favor de un texto mediante el cual se le
exigía a Rusia que pusiera fin “al recurso a la fuerza”. En febrero, 11
de los 15 miembros del Consejo de Seguridad votaron una resolución
similar, pero el texto no pasó. ¿ Por qué ?. Porque Moscú blandió su
derecho de veto para evitar una sanción contra su propia invasión
militar. Extraordinario.
Festival de vetos
Hay que ser claros: no
se trata aquí de Rusia o Putin, sino de la burrada sobre la que está
basado el funcionamiento del Consejo de Seguridad y de la absoluta falta
de honestidad intelectual de todos sus miembros. En 2022, lo de Rusia y
Ucrania es un capítulo suplementario de una extensa obra de demolición y
desigualdad ante el derecho. En diversas oportunidades y por motivos
estratégicos, el resto de los miembros del Consejo de Seguridad procedió
igual. No hay diferencia: los cinco heredaron un mandato diplomático y
moral que ellos mismos pisotearon.
Desde la creación de la ONU el
veto fue utilizado 260 veces: 143 veces por la URSS y luego Rusia, 80
veces por Estados Unidos y el resto por Gran Bretaña, Francia y China.
Detalle singular en esta contabilidad histórica: el 23 de diciembre de
1989, Estados Unidos, Gran Bretaña y Francia ejercieron su derecho de
veto para frenar una resolución presentada por Yugoslavia (en nombre de
los países no alineados) contra la invasión de Panamá por parte de
Estados Unidos. La Resolución fue aprobada por 10 de los 15 miembros del
Consejo (entre ellos China y Rusia) pero rechazada por el grupito de
los privilegiados que componen la instancia. Es la constante histórica
de esa realeza nuclear: el invasor puede invadir y oponerse a que lo
condenen. Toda la cadena de producción en las mismas manos: bombardeo,
mato, elimino, invado, cometo crímenes de lesa humanidad (en Panamá
también) entierro, celebro la ceremonia, me absuelvo de los actos
cometidos, levanto una estela o un monumento en memoria de las victimas
que provoqué y después doy lecciones a los demás sobre la paz y la
seguridad.