La UIF advierte sobre operaciones sospechosas de su fundador
Revolución Federal: La mira en el financiamiento del grupo que saca la violencia a la calle. Los investigadores buscan determinar si hay conexión entre la irrupción de la agrupación de derecha y un pago de casi dos millones que recibió uno de sus líderes de una firma vinculada a la familia Caputo. Genealogía de un grupo que en menos de cinco meses cambió su nombre, borró contenido de sus redes pero mantiene el temperamento agresivo como forma de intervención en el espacio público.Por Luciana Bertoia Saltaron a la fama cuando arrojaron antorchas encendidas contra la Casa Rosada o cuando acosaban a funcionarios y funcionarias por la calle con gritos, insultos o amenazas. Suelen llevar a sus manifestaciones horcas como mensaje al sistema político y reclamar “bala para el kirchnerismo”.
Con pocos meses de vida, la agrupación Revolución Federal está en la
mira de quienes ven con preocupación el crecimiento de grupos de
ultraderecha que, según todo aparenta, son parte del caldo de cultivo
que derivó el 1 de septiembre pasado en el intento de asesinato de
Cristina Fernández de Kirchner. La posible vinculación del grupo con el
atentado a la vicepresidenta fue puesta bajo la lupa a partir de una
denuncia de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI). En los últimos
días, la Unidad de Información Financiera (UIF) llevó a los tribunales
de Comodoro Py un informe confidencial que pone el foco en el
financiamiento de esta organización: advierte que el fundador de
Revolución Federal, Jonathan Morel, --como reveló la semana pasada
Página/12-- recibió una transferencia por casi 2 millones de pesos de un
fideicomiso que estaría vinculado a la familia Caputo.
Revolución
Federal tiene menos de cinco meses de existencia y ya hizo méritos
suficientes para ser investigada por la justicia federal. Esta semana se
definirá si la continúa investigando Marcelo Martínez de Giorgi como un
grupo que difunde mensajes contra la democracia o si María Eugenia
Capuchetti debe hacerse cargo de esa pesquisa por su posible relación
con el intento de homicidio de CFK. La discusión la terminará zanjando
el presidente de la Cámara Federal porteña, Mariano Llorens, y, en
Comodoro Py, esperan que sea entre lunes o martes.
Más allá del
tramiterío judicial, Revolución Federal genera intrigas entre los
investigadores. En la semana, Capuchetti recibió un informe confidencial
de la UIF en el que se le informa que Morel extendió dos facturas y que
cobró cerca de 1.760.000 pesos antes del atentado. Hubo un reporte de
operaciones sospechosas (ROS), lo que permitiría inferir que hubo un
salto pronunciado en la facturación que puso en alerta a las
autoridades. La información también está en poder de la Procuraduría de
Criminalidad Económica y Lavado de Activos (Procelac).
El fundador de
Revolución Federal le había confirmado esta información a Página/12.
Según Morel, se debió a que hizo trabajos de carpintería en un hotel en
Neuquén. Él le facturó a un fideicomiso pero supuestamente mientras
estaba con las tareas se enteró de que el emprendimiento correspondía a
la familia Caputo. En diálogo con este diario, Morel también dijo haber
intercambiado correos con Caputo Hemanos –una razón social que pertenece
a los hermanos del exministro de Finanzas Luis “Toto” Caputo–.
Si
ese pago es parte del financiamiento de Revolución Federal es algo que
debe determinarse. Dudas hay muchas: Morel cuenta que armó una
carpintería en Boulougne y que aprendió el oficio por YouTube. La
pregunta es si Caputo Hermanos –que se dedica a grandes proyectos
inmobiliarios– contrató a una carpintería que a priori no tiene gran
experiencia en el rubro y pagó el traslado hasta otra provincia.
Martínez
de Giorgi le pidió a la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) que
llevara adelante medidas de investigación sobre Revolución Federal.
Otras tareas también le encomendó a la Policía Federal Argentina (PFA).
Los investigadores advirtieron que el grupo bajó contenido de sus redes
sociales. Por ejemplo, ya no figura la cuenta de Sosa que se ofrecía
para recibir donaciones. La información es recuperable porque, en
general, los investigadores que se dedican a ciberdelitos siempre piden
que se preserve la información de una cuenta tal como estaba en
determinado momento.
Génesis de una violencia
Revolución Federal
no se llamaba así cuando nació –hace menos de cinco meses–. Era Rebelión
Federal. Por algún motivo cambió su nombre. Entre las primeras
actividades que registran sus redes sociales estuvo una protesta afuera
de la Quinta de Olivos. La organizaron con Equipo Republicano –que es el
grupo que nuclea a algunas de las visitantes de Ximena de Tezanos
Pinto, la vecina de CFK–. Ese buen vínculo puede explicar también que
dos integrantes de Revolución Federal hayan estado en el piso superior
del departamento de la vicepresidenta: Sosa y Gastón Guerra se
fotografiaron desde el balcón de Tezanos Pinto. Los motivos que explican
su presencia son diversos, pero la abogada Gladys Egui –que le alquila
supuestamente una habitación a Tezanos Pinto– explicó que fueron a
llevarle papeles que ella necesitaba para defenderlos en distintas
causas que los hombres tienen en los tribunales.
El 10 de junio, los
integrantes de Revolución Federal estuvieron en Gerli en el acto de
Javier Milei. Fueron con una bandera que decía: “Si Dios lo demanda, la
patria lo hará”. El 4 de julio se apersonaron en la asunción de Silvina
Batakis. Ese día, atacaron a las legisladoras porteñas Claudia Neira y
Maia Daer. El 9 de julio, fueron con horcas y guillotinas –que se
producen en la carpintería de Morel– al Obelisco y a la Plaza de Mayo. A
partir del 19 de julio empezaron a anunciar una movilización
importante. Inicialmente iba a ser el 15 de agosto, pero pasó para el 18
de ese mes. Fue la marcha de las antorchas contra la Casa Rosada. Ese
mismo día, el diputado Gerardo Milman –hombre de confianza de Patricia
Bullrich– presentó el proyecto que decía: “No vaya a ser que algún
vanguardista iluminado pretenda favorecer el clima de violencia que se
está armando con un falso ataque a la figura de Cristina”.
El 21 de
julio, Revolución Federal posteó videos del escrache en el Instituto
Patria. “El pueblo se va a rebelar contra los kirchneristas y montoneros
que están atornillados al poder”, escribieron. El grupo también
compartió en sus redes la proclama golpista del excarapintada Aldo Rico,
que terminaron denunciando el procurador fiscal Víctor Abramovich y la
Secretaría de Derechos Humanos como parte de delitos contra el orden
constitucional.
Si hay algo que no quieren en Revolución Federal es
hacer militancia en redes sociales, quieren salir a la calle e
interpelar al poder público desde los lugares más icónicos: la Casa
Rosada, la Plaza de Mayo, el Obelisco o la Quinta de Olivos. Entre los
blancos de Revolución Federal no solo están Alberto Fernández y CFK
–cuyos rostros suelen ir acompañados, en sus carteles, con la frase
Nunca Más–, sino también otros referentes del Frente de Todos como los
ministros Sergio Massa o Jorge Ferraresi, la titular del Inadi Victoria
Donda, la legisladora Ofelia Fernández o de otros espacios como el
diputado radical Rodrigo de Loredo.
En sus primeras actividades no
eran más que dos docenas de personas –si se contaba a las mujeres que
suelen acompañarlos y que Morel llama “las Mabeles”--. En general, están
interesados en aparecer en medios de comunicación y capitalizan
seguidores en redes sociales. Desde el atentado a CFK – al que
denominaron como “circo total para la victimización”-- ocuparon más
tiempo en canales de televisión que en las calles. Morel empezó a
mostrarse acompañado por un abogado Nilo Medina, que se presenta como
defensor de la libertad y la vida. Durante la cuarentena, el letrado
participó en marchas contra las medidas de cuidado dispuestas por las
autoridades y, según publicaron medios de Lobos, protagonizó un episodio
peligroso al ingresar a la Sala Covid de un hospital local gritando que
la pandemia era una mentira.
Los vínculos
Seis horas antes de que
Fernando Sabag Montiel gatillara, una foto con carteles con las caras
de CFK y AF apareció con la leyenda “lo que se viene” y un emoji de
fuego. “Van a correr todos”, advertían. ¿La publicación puede ser
admonitoria de lo que pasaría en la esquina de Juncal y Uruguay? Por el
momento, es otra de las tantas preguntas que rondan en las cabezas de
los investigadores.