ASOCIACIÓN DE RADIODIFUSORAS-ARBIA

Gerardo Milman, un lastre que el PRO no termina de arrojar

El diputado, hoy en el ojo de la tormenta por sus v�nculos con el intento de magnicidio contra CFK y por sus irregularidades, pasaba desapercibido cuando militaba en el radicalismo de Avellaneda. Su historia hasta llegar al PRO. Los cambios bruscos de humor y la ambici�n tard�a, etapas de una transformaci�n que hoy perturba a Juntos por el Cambio a nivel nacional y en la provincia de Buenos Aires. Por Gast�n Garriga . Gerardo �Jerry� Milman, el hombre que seg�n un testigo, afirm� en el bar �Casablanca� horas antes del intento de magnicidio a Cristina Fern�ndez de Kirchner que �cuando la maten yo voy a estar en la costa�, cada d�a se convierte en un lastre mayor para Juntos por el Cambio en v�speras de un a�o electoral.

Y no solo a nivel de toda la Argentina. Tambi�n en la provincia de Buenos Aires.
El lugar com�n dice que para el peronismo la Provincia es la madre de todas las batallas. Pero lo es para todas las fuerzas. Mauricio Macri no gan� la Presidencia en 2015 solamente porque los votantes cordobeses inclinaron la balanza en su favor. Aunque Mar�a Eugenia Vidal hab�a ganado la gobernaci�n junto con la primera vuelta nacional, en el ballotage Macri perdi� a Presidente en territorio bonaerense. Pero obtuvo el 49,1 por ciento, muy poco menos que el 50,8 por ciento de Daniel Scioli.
Por eso ahora cada referente o precandidato del PRO mira obsesivamente a la Provincia. Macri, por ejemplo, logr� nacionalizar una votaci�n como la de las jubilaciones de los empleados del Banco Provincia y as� presion� a los legisladores radicales que, en privado, confesaban su vocaci�n acuerdista. Horacio Rodr�guez Larreta lo impulsa a Diego Santilli, a quien le resulta dif�cil desprenderse de la sombra creciente de sospechas alrededor del ministro de Seguridad porte�o Marcelo D'Alessandro. Y Santilli mismo no es un extra�o: fue el jefe de D'Alessandro. Patricia Bullrich, que juega con Cristian Ritondo, Javier Iguacel y Joaqu�n de la Torre para la gobernaci�n, tambi�n est� obligada a hacer equilibrio entre criticar al kirchnerismo porque presuntamente estar�a montando un show para aprovechar las debilidades de Milman y, a la vez, no tirar de la soga: nunca se sabe d�nde termina apretando. Sobre Milman pesan cada vez m�s sospechas. Una de las las �ltimas se debe a que el juez en lo Comercial Pablo Frick intervino la sociedad Salvattore Group, armada por la ex Miss Argentina Carolina G�mez M�naco y por Fernando Daga, ambos colaboradores del diputado Milman. Ambos montaron la empresa en septiembre de 2017, justo cuando G�mez M�naco fue nombrada por Bullrich y Milman, entonces cabezas del Ministerio de Seguridad, como directora de la Escuela de Inteligencia Criminal. Su hermana Daniela fue nombrada jefa administrativa, a cargo de fondos oficiales, tanto p�blicos como reservados.
La repercusi�n bonarense de estos datos es cada vez mayor. El martes, en el acto de inauguraci�n de un polideportivo en Avellaneda, Cristina Fern�ndez de Kirchner pidi� investigar a fondo esas presuntas irregularidades. Y el jueves, en su �ltimo acto del a�o, en La Plata, el gobernador Axel Kicillof defendi� a los empleados estatales con esta frase: "Si quieren buscar �oquis no los busquen entre los docentes, los polic�as y los m�dicos sino entre los asesores del diputado Milman".
Machos beta
En su muy recomendable libro, �La alegr�a se volvi� de derecha�, el soci�logo Pablo Stefanoni, repasa las distintas tribus que confluyen en lo que hoy se denomina globalmente como alt rights, nuevas derechas con vocaci�n de poder, que incomodan incluso a los conservadores tradicionales. Una de esas tribus, dice Stefanini, es la de los machos beta, hombres inteligentes pero no descollantes, sin cualidades para el liderazgo, acostumbrados a ocupar posiciones subalternas, con expectativas y deseos incumplidos y la consecuente carga de frustraci�n.
Adem�s de ser un lastre inc�modo para el PRO a nivel nacional y bonaerense, Milman parece reunir varias de esas condiciones.
Criado en una familia jud�a de Avellaneda, supo de chico lo que son las diferencias de clase y estatus. El club de Jerry, el modesto SIJA, que ni siquiera contaba con cancha de f�tbol de once propia y ten�a que alquilarla, contrastaba con el confort de Macabi o Hacoaj. Cuando les tocaba ir de visita por alguna competencia o actividad, el grupo de Jerry, cuentan sus amigos, intentaba disimular la fascinaci�n. Pero eso no dur� mucho. Nacido en 1966, a principios de la adolescencia Jerry dej� el f�tbol. O m�s bien, a la inversa. Dej� de tener un lugar en el equipo. Y entonces su consuelo fue el tenis. Sus amigos de entonces lo recuerdan como un muchacho tranquilo, c�modo en el anonimato. Ninguno lo recuerda preocupado por la seguridad. S� registran que lo marc� un extra�o episodio. Ten�a unos catorce o quince a�os, tomaba un helado con ellos en El Piave, a media cuadra de la plaza Alsina, la principal de Avellaneda, cuando un desconocido le estrell�, de la nada, su pu�o en la cara, en forma de directo. Jerry pas� un rato en el suelo. Ese episodio lo volvi� a�n m�s reservado. La ola alfonsinista de 1983 arrastr� al radical Luis Sagol a la intendencia de Avellaneda, que retuvo en 1987. El radicalismo se apalancaba en los votos de Avellaneda Centro, la cabecera del partido, y Pi�eyro. Wilde, Sarand�, Dock Sud y Dom�nico, en cambio, eran peronistas, pero menos densamente pobladas: no alcanzaba. Hasta que, en 1991, Baldomero �Cacho� �lvarez de Olivera termin� con la hegemon�a radical en el distrito, justo cuando Jerry empezaba a militar.
En los a�os ochenta y noventa, las figuras preponderantes del partido centenario eran Juan Manuel Casella y Fernando Landaburu. Tal vez por eso, a los protagonistas de esta historia les cuesta encontrar an�cdotas de Milman, a quien recuerdan como militante de un sector minoritario, siempre en tensi�n con la conducci�n. Tampoco particip� demasiado de la vida p�blica de Independiente, club del que es hincha. En algo, sin embargo, coinciden los que lo trataron: Jerry no mira a su interlocutor a los ojos. Mira a los costados, a un punto indeterminado o, m�s cerca en el tiempo, mira su tel�fono.
Nunca tuvo locales, no ten�a tropa. Pero logr� colar dos concejales en la lista de 2003, Rub�n Conde y Dami�n Paz, que son sus incondicionales hasta hoy. De esa �poca, post estallido de diciembre de 2001, le reconocen su empe�o para armar la mesa social local, con sectores de la Iglesia y los movimientos sociales, para lograr una m�nima contenci�n alimentaria de los m�s vulnerables.
En 2007, Jerry rompi� con la UCR, siguiendo a Margarita Stolbizer. El partido acompa�ar�a la candidatura de Roberto Lavagna. Ellos, la de Elisa Carri�. Aunque todos quedaron muy lejos de CFK, la competencia que verdaderamente importaba a la di�spora radical la ganaron Stolbizer y Jerry: 23 puntos de Carri� contra casi 17 de Lavagna. Liberado de la estructura partidaria y envalentonado por el resultado, Jerry empez� a jugar con m�s audacia.
En 2013 se integr�, como representante de la oposici�n, al directorio de la AFSCA, que presid�a Mart�n Sabbatella. Por entonces, Nuevo Encuentro, la fuerza de Sabbatella, estableci� que sus militantes pod�an derivar directamente de su recibo de sueldo, una contribuci�n al partido de hasta 8 puntos porcentuales. A Jerry, que atravesaba sus �ltimos d�as en el progresismo, el tema le interes� mucho y quiso imitarlo. Tanto, que a pedido suyo Sabbatella envi� a alguien de su mesa chica a reunirse con �l y explicarle la medida y sus alcances. Tras escuchar la catarsis inicial de Jerry, el emisario de Sabbatella se sorprendi�. A Jerry no le interesaba transparentar ni discutir el financiamiento de la pol�tica. Su preocupaci�n era otra. Su tropa aceptaba gustosa los contratos que �l ofrec�a, pero no estaban dispuestos a poner un peso. Jerry ten�a problemas para hacer respetar su autoridad, incluso entre los propios.
A la pol�tica de Avellaneda le cuesta conciliar las dos im�genes, la de aquel muchachito siempre lejos de donde se corta el bacalao y este funcionario y diputado todo terreno, metido por una carambola en el mundo de la seguridad. �Uno dej� paso al otro? �O ambos conviven, como en el cl�sico relato de Louis Stevenson, �El extra�o caso del doctor Jekyll y el se�or Hyde�?
De la falda al bife
Alguien que lo trat� en la transici�n de diciembre de 2015 afirma que �es un fen�meno com�n cuando una fuerza pol�tica crece r�pido, porque se nutre de tipos que vienen de otros espacios y en el nuevo lugar encuentran las oportunidades personales que antes se les negaban�. Y agrega: �Cuando asumi�, en 2015, no ten�a idea de seguridad. No s� si habr� aprendido algo�.
Otras especulaciones lo ligan a la embajada de los Estados Unidos. Dice un viejo conocido: �Fuiste siempre un cuatro de copas. De golpe, ya grande, te convertiste en un siete bravo o en un ancho de bastos. Todo pasa por vos. �Qu� m�s quer�s? Una vida comiendo falda parrillera, descubr�s el bife de chorizo y no hay vuelta atr�s. Tal vez �l mismo alienta el mito de la embajada�.
En el Ministerio de Seguridad, Patricia Bullrich ten�a dos espadas importantes. Uno era Pablo Nocetti, recordado por haber estado justo en el momento y en la zona en que desapareci� Santiago Maldonado, en el marco de un operativo de Gendarmer�a Nacional en la comunidad mapuche Pu Lof en Resistencia Cushamen, sobre la ruta 40. La otra espada era Jerry.
Los que la conocen bien, le atribuyen a Bullrich, en sus movimientos palaciegos, una prudencia que contrasta con su pirotecnia medi�tica. Frente a ciertos personajes de la pol�tica, prefiere poner distancia. En sus propias palabras, �mandar soldaditos�. Era el caso del secretario de Seguridad y virtual viceministro, Eugenio Burzaco. Los Burzaco, con m�ltiples intereses y terminales, que van de la empresa �Administradora de Archivos�, A de A, competidora de Iron Mountain, a la FIFA, son una de ellas. Otro tanto ocurr�a con el ministro de Seguridad de la provincia, Cristian Ritondo. Por eso Milman pas�, de subsecretario de Seguridad Interior a jefe de gabinete en la etapa posterior. Un premio.
Lo que perdura en Jerry, coinciden varias fuentes, es esa condici�n impredecible. A veces desmedido en su audacia y ambici�n, a veces casi con problemas de autoestima. Jerry en modo Dr. Jekyll no sab�a c�mo hacer que sus funcionarios aportaran dinero a la estructura partidaria. En modo Mr. Hyde, intent� disputarle a Ritondo la jefatura del bloque Pro en Diputados, cuando se conform� la c�mara en diciembre de 2019, con los ingresantes de las elecciones de octubre. Ritondo lo resolvi� �por arriba�. Le bast� con exhibir los apoyos de Macri y Larreta. El golpe sumi� a Jerry en un estado sombr�o y taciturno por semanas.
De a poco Bullrich parece ir separ�ndose de Jerry. Primero dej� trascender que lo har�a abandonar la vicepresidencia del bloque nacional de diputados PRO. Y ya dej� de ser su jefe de campa�a. Lo reemplaz� el actual legislador porte�o Juan Pablo Arenaza, quien est� convencido de que "un candidato radical con Patricia Bullrich dar�a prestigio a nuestra f�rmula". Para que no queden dudas sobre su eje de campa�a le dijo al editor Jorge Fontevecchia: "Patricia est� expresando lo que miles de argentinos est�n buscando, que es una sociedad con orden, donde se respete la ley, con reglas claras en la convivencia diaria. Y hace mucho tiempo que ella encarna eso. Tambi�n queremos que el campo sea el motor productor del pa�s, que la industria est� ordenada, con precios justos para los consumidores". Consultado sobre el apartamiento de Milman, respondi�: "No es f�cil para ning�n ciudadano que, de un d�a para el otro, la vicepresidenta te acuse de querer matarla. Eso impacta en la salud de las personas. Alg�n d�a Cristina Kirchner va a tener que dar explicaciones de lo que hizo, porque acusar a alguien de querer matarla sin pruebas firmes me parece que no est� bien. Es un disparate lo que le hicieron a Milman". Agreg� tambi�n Arenaza: "Lo que hago no es reemplazarlo sino seguir con la campa�a est�bamos haciendo. Gerardo se va a tomar un tiempo porque esto afect� su salud".
Queda por ver c�mo le caer� su progresivo desplazamiento al mism�simo Jerry, cuya inestabilidad dej� de ser un secreto. �La aceptar� mansamente como el Doctor Jekyll? �O buscar� venganza como Mr. Hyde?