Mauricio Macri quiere incendiar la economía y aplicar la Doctrina del shock
Juntos por el Cambio está lanzado a provocar una crisis devastadora. El comunicado de la mesa política de JxC sobre la deuda en pesos no apunta a discutir su sustentabilidad, sino a provocar el miedo de que no se pagará. El objetivo es generar una corrida cambiaria terminal en este año para que, en tierra arrasada, poder aplicar un ajuste regresivo violento en un futuro gobierno que ya consideran suyo. Por Alfredo Zaiat (Fuente: NA) Imagen: NA El comunicado de la mesa política de Juntos por el Cambio sobre la supuesta bomba de deuda en pesos que dejaría el gobierno de Alberto Fernández merece el análisis económico-financiero y político, pero especialmente identificar cuál es el objetivo perseguido con el brulote. Mauricio Macri lo avaló y lo impulsó.
El propósito es provocar el caos financiero antes de la asunción de un
nuevo gobierno, que con marcada suficiencia la principal fuerza política
de oposición ya lo considera suyo, para aplicar una serie de medidas
profundamente regresivas en términos económicos, sociales y laborales,
que en condiciones normales tendrían muchísima resistencia y que, en
cambio, una sociedad en estado de shock las aceptaría. Existen
antecedentes de esta estrategia expuesta a cielo abierto por la alianza
macrista-radical: la intervención desestabilizadora de Domingo Cavallo
en Washington, en 1988, cuando instó a que el Banco Mundial no realizara
el desembolso comprometido al gobierno de Raúl Alfonsín. Esa movida
tuvo éxito y, en una economía frágil y escasas reservas en el Banco
Central, precipitó una fuerte devaluación el 6 de febrero de 1989,
puntapié inicial del proceso de hiperinflación, crisis política,
adelantamiento de las elecciones presidenciales y posterior triunfo de
Carlos Saúl Menem.
El economista radical e historiador Pablo
Gerchunoff lo recordó en su cuenta de Twitter: "No entiendo cómo
radicales que vivieron la campaña de Menem y Cavallo en 1988 y 1989
terminaron firmando el comunicado "bombástico" de la mesa política de
JxC…".
Está estudiado que la hiperinflación, o sea el caos económico
financiero, genera un shock en la sociedad similar a una posguerra o un
terremoto devastador. En ese estado de cosas la población acepta medidas
que en situaciones normales rechazaría. Así fue en los años noventa con
la reforma del Estado, privatizaciones, apertura financiera y
comercial, desregulación y flexibilización laboral, que derivó en
destrucción de parte del aparato productivo y miles de despidos. La
hiperinflación y la convertibilidad fueron potentes disciplinadores
sociales para desplegar esta política regresiva.
Doctrina del shock
La
periodista canadiense Naomi Klein presentó esta idea en el libro La
Doctrina del Shock. El auge del capitalismo del desastre, publicado en
2007. Su planteo central es que el sistema capitalista, en forma
sistemática, se ha aprovechado de los grandes desastres para implementar
y afianzar una serie de principios favorables a los intereses de grupos
económicos poderosos y privilegiados.
Klein señala que el principal
objetivo de la doctrina del shock es desmantelar lo que queda del
llamado Estado del Bienestar e instalar, al mismo tiempo, el
neoliberalismo.
Klein ha señalado que los desastres son una
oportunidad para llevar este programa a su máxima expresión y esto se
habría aplicado en varias oportunidades en diferentes países, entre
ellos Argentina.
Se manifiesta con un mismo esquema: una fuerte
conmoción económica, seguida por medidas políticas en favor de los
grandes capitales, en el marco de una situación en donde la sociedad no
muestra capacidad de reacción debido a las circunstancias particulares a
las que se tiene que enfrentar.
Milton Friedman, padre del
neoliberalismo, a comienzos de los setenta dijo lo mismo de la siguiente
manera: “Solo una crisis -real o percibida- da lugar a un cambio
verdadero. Cuando esa crisis tiene lugar, las acciones que se llevan a
cabo dependen de las ideas que flotan en el ambiente. Creo que ésa ha de
ser nuestra función básica: desarrollar alternativas a las políticas
existentes, para mantenerlas vivas y activas hasta que lo políticamente
imposible se vuelva políticamente inevitable”.
La dramática historia de la deuda con Macri y sus economistas
El
comunicado de JxC se refiere al cuadro crítico del endeudamiento como
si la gestión 2015-2019 no hubiese existido. Resulta imprescindible
detallarla.
El desastre financiero del gobierno de Mauricio Macri
dejó con escasos márgenes de financiamiento al sector público. Por un
lado, en el último año defolteó la deuda en pesos emitida en su propia
gestión, dos condiciones que nunca antes habían sucedido en simultáneo
pese a la historia trágica del país con la deuda.
El responsable de
ejecutar ese default, que denominó con el término marketinero
"reperfilamiento", fue Hernán Lacunza, el último ministro de Economía de
Macri y que hoy es uno de los referentes y vocero económico de Juntos
por el Cambio.
Por otro lado, en enero de 2018, luego de emitir 9000
millones de dólares en bonos en el mercado internacional, el acceso a
financiamiento externo quedó vedado. Fueron casi 100 mil millones de
dólares en apenas dos años de gobierno, agotando esa fuente de recursos.
Por volumen y velocidad nunca antes se había contabilizado semejante
endeudamiento externo (en dólares constantes), superando el ciclo de
deuda de la dictadura militar, que hasta entonces había sido el peor de
la historia.
Los responsables de diseñar e implementar esta orgía de
deuda fueron Alfonso Prat Gay y Luis Caputo, quienes con el rostro
cubierto de cemento opinan y critican el manejo de las finanzas del
gobierno de Alberto Fernández.
Finalmente, la obra de terror de la
deuda macrista concluye con el crédito político de 45 mil millones de
dólares del Fondo Monetario Internacional. Además de haber reintroducido
al Fondo como auditor de la economía y, por lo tanto, reducir los
márgenes de autonomía de la política económica, limitó en forma
considerable la capacidad de obtener financiamiento de organismos
multilaterales.
El responsable de correr desesperado a abrazarse al
FMI fue Nicolás Dujovne, quien sigue asesorando a Macri en cuestiones
económicas.
Romper el mercado de deuda en pesos
Sin financiamiento
en pesos y en dólares, con el mercado de capitales cerrado, la emisión
monetaria es la única vía que queda disponible. Esta opción fue
utilizada ampliamente en el primer año de la pandemia pero, en una
economía bimonetaria como la argentina y con una base inflacionaria
elevada, rápidamente encontró limitaciones. Además, el acuerdo de
refinanciación de la deuda con el FMI estableció restricciones a la
expansión monetaria vía emisión.
En estos años, con bastantes
dificultades y complejidades, la gestión de Martín Guzmán al frente del
Palacio de Hacienda pudo reconstruir el mercado local de deuda en pesos.
Con
los condicionamientos mencionados para conseguir financiamiento local y
del exterior, la emisión de deuda en pesos quedó como principal fuente
de acceso a recursos adicionales para el Tesoro.
Apuntar precisamente
a la sustentabilidad de esa deuda sin ningún rigor técnico-financiero,
como hizo la mesa política de Juntos por el Cambio, busca desfinanciar
al fisco y generar una más fuerte corrida cambiaria. La consecuencia
inmediata sería el estallido económico-financiero.
Esto no sería otra
cosa que la aplicación de la doctrina del shock para provocar tierra
arrasada para poder desplegar un fulminante plan económico con costos
sociolaborales dramáticos para trabajadores, jubilados y clases medias,
además de una debacle electoral del peronismo a nivel nacional y en las
provincias, en especial en la de Buenos Aires.
Macri ya lo adelantó: hacer lo mismo pero más rápido.
El macrismo no devuelve favores
Desde
hace varios años se ha definido un peculiar escenario político en el
cual el sector que reclama diálogo e institucionalidad es el mismo que
violenta en forma persistente ambas proclamas.
Varios son los casos
en ese sentido y específicamente en el frente financiero hay dos
emblemáticos. El último fue el comunicado incendiario de la alianza
macrista-radical y el otro más lejano fue en la última mitad de 2015.
En
esos meses, previos a las elecciones presidenciales de ese año, se
intensificó la corrida cambiaria y el Banco Central, como hacen todas
las bancas centrales del mundo, intervino en el mercado de futuros para
contrarrestar las presiones devaluacionistas.
En lugar de acompañar
esta estrategia de estabilización, la entonces oposición presentó una
desopilante denuncia judicial por esas operaciones, que el juez Claudio
Bonadio impulsó como parte de una serie de causas de persecución a
Cristina Fernández de Kirchner y otras figuras del kirchnerismo.
Pese
a este y otros antecedentes, el candidato presidencial triunfante de
las PASO 2019 reaccionó de otra manera. En estos días de cruces entre
oficialismo y oposición por el comunicado incendiario de JxC, Emmanuel
Álvarez Agis relató la siguiente situación que se desarrolló en agosto
de 2019: "A mí me llamaban Hernán Lacunza (ministro de Economía) y Guido
Sandleris (presidente del Banco Central) para pedirme que le pusiéramos
un techo al dólar en el medio de la corrida que desató Macri. Alberto
Fernández tuvo la opción de tocar un botón y que vuele todo por el aire
pero eligió ponerle un techo al dólar".
Lo que había pasado era que
Macri perdió por paliza en las PASO, le echó la culpa a la población por
el resultado presentándose ante la sociedad en un estado lamentable que
atribuyó a que durmió poco y dejó acéfalo el manejo económico por más
de 24 horas, provocando una violenta devaluación.
Alberto Fernández le tiró un salvavidas. Hoy, en cambio, Macri busca aplicar la doctrina de shock contra el gobierno.
La ingenuidad política paga muy mal
Alberto
Fernández hizo lo que habían acordado con los economistas de Macri en
un reportaje con Marcelo Longobardi en Radio Mitre, al afirmar que el
dólar a 60 pesos estaba bien. Se frenó la corrida y se estabilizó la
cotización, pero esta colaboración fue a cambio de nada. Por caso, no se
exigió que se detenga la sangría de dólares del Banco Central
estableciendo fuertes límites a las compras. En la última quincena de
agosto de 2019 se perdieron unos 2000 millones de dólares.
Sólo
después se autorizaron compras de hasta 10 mil dólares mensuales por
persona, lo que no significaba desacelerar la pérdida de reservas del
Banco Central. Pérdidas que luego el gobierno de Alberto Fernández
padecería y condicionaría su gestión económica.
El economista Hernán
Letcher señala que la cooperación no logró persuadir a "las autoridades
que urgía poner regulaciones cambiarias en serio, dado que entre el
primero de septiembre y el 27 de octubre (de 2015) el Banco Central
perdió 5600 millones de dólares sólo en intervenciones cambiarias".
En total, hubo una caída de reservas de 7600 millones de dólares.
Letcher
explica que "las elecciones generales de 2019 confirmaron la victoria
del Frente de Todos y, al día siguiente, el gobierno de Macri estableció
las regulaciones cambiarias que tenemos actualmente y logró recuperar
más de 2000 millones de dólares en menos de dos meses". El aporte
político responsable de Fernández a la estabilidad económica-financiera,
para evitar que el descontrol del dólar termine perjudicando a la
mayoría de la población, también sirvió para que Macri –estabilizado el
mercado cambiario- recuperara volumen político con giras proselitistas y
mejorara el caudal electoral en las elecciones. Así el Frente de Todos
no consiguió una mayoría holgada en Diputados y, fundamentalmente, fue
la primera gran discordia entre Alberto Fernández y Cristina Fernández
de Kirchner. La decisión de salvar del incendio económico a Macri sin
ninguna negociación política previa ni de administración
financiera-cambiaria no fue conversada entre los integrantes de la
fórmula ganadora de las PASO 2019.
Si bien en ese momento no fue
motivo de una fuerte pelea entre ambos, con el tiempo se ha
resignificado, para reconocer en esa intervención solitaria de Fernández
un inmenso costo para la posterior administración de la economía y la
convivencia política de la coalición del Frente de Todos.