"El futuro en España es peor al que imaginábamos hace diez años"
"El futuro en España es peor al que imaginábamos hace diez años"
Ex diputado del PSOE, fue vocero económico de Pedro Sánchez y Rodríguez Zapatero. Analiza la compleja situación de Europa con el ascenso de la extrema derecha.
Por Ignacio Fidanza (Madrid)28/10/2018 LPO
Juan Moscoso del Prado es doctor en economía y fue tres veces diputado por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), que acaba de regresar al gobierno de España de la mano de Pedro Sánchez, de quien fue vocero económico. Con un sólido bagaje político y académico, hoy ocupa el cargo de director de Relaciones Internacionales del mítico Consejo Económico y Social (CES) que surgió de los Pactos de la Moncloa, para coordinar medidas macroeconómicas con empresarios y sindicatos.
Hiperactivo, Moscoso espera a LPO en la puerta del CES en pleno centro
de Madrid y propone ir al bar del otro lado de la calle para hacer la
entrevista. Mala idea: Es mediodía y el bullicio obliga a hablar a los
gritos. Pero nos arreglamos. La charla se impone y a fuerza de datos,
Moscoso intenta trazar un futuro posible para el gobierno de Sánchez que
acaba de presentar al Congreso -en alianza con Podemos- el Presupuesto
más progresista en años, provocando las previsibles advertencias de
catástrofe de la atomizada derecha española.
¿Que tan rigurosas son
las advertencias de los líderes de la derecha, como Pablo Casado del
Partido Popular, sobre los riesgos que entrañan para la economía
española el presupuesto que presentó Pedro Sánchez?
El presupuesto
tiene dos grandes flancos que considerar: Por un lado, el político; y es
que se necesita de una mayoría parlamentaria suficiente para su
aprobación, que yo creo que se va a conseguir, porque hay una mayoría
social que desea que salga adelante un presupuesto que rectifique lo
ocurrido en los últimos años en materia de austeridad y recortes
sociales. Y luego también tiene un componente económico en cuanto a su
contenido ya que refleja las dificultades que un gobierno de izquierda
tiene que afrontar hoy en día.
¿Cuales serían esas dificultades?
En
primera instancia, palear los daños que produjeron tanto la crisis como
los años de gobierno de la derecha -recuperar gasto social, partidas
que fueron muy maltratadas- y esto exige recursos y a la vez cumplir
compromisos con Europa. Y al mismo tiempo exige compaginar ese gasto con
las medidas que hacen falta a medio y largo plazo, de inversión, de
transformación de modelos productivos, medidas para luchar contra el
cambio climático, que son medidas que el ciudadano no va a ver de forma
inmediata, pero que son fundamentales para poder garantizar el bienestar
y la generación de empleo de calidad.
España: el socialista Sánchez y Podemos acuerdan una baja en las facturas de electricidad
¿Le
parece un presupuesto realista? ¿Qué hay de las observaciones que ya
hizo la Comisión Europea por la desviación del déficit establecido?
Me
parece realista, sí. Y la carta con observaciones es un procedimiento
habitual. De hecho, algunos de los ingresos que se plantean requieren
reformas legales y la Comisión hace bien en pedir aclaraciones para
conocer mejor cuáles van a ser estas reformas y cómo.
Tenemos que
tener presente que este es un gobierno que comenzó en junio y es un
gobierno inédito, que no tiene mayoría parlamentaria suficiente porque
el partido que lo sustenta tiene 84 diputados y el ejercicio de elaborar
un presupuesto con tan pocos diputados es nuevo. Hay que darle una
oportunidad.
En algunos diarios económicos mencionaban que la medida
de subir a 900 euros el salario mínimo pone en riesgo unos 140.000
empleos. ¿Esto es así
No, no creo que sea así. Para nada. La suba del
salario mínimo es una medida clara para reducir la pobreza, que en
España supera el 22%. Hay trabajadores con empleos precarios que aunque
estén ocupados con salarios muy bajos viven en situaciones de pobreza
familiar, porque tienen familiares a cargo, hijos, dependientes, porque
hay un problema de vivienda muy grave por los elevados precios y porque
tenemos un nivel salarial más bajo que el de la media europea. Para
poner un ejemplo: En España el salario mínimo actual es de 840 euros y
en Francia de 1460 euros.
Podemos está asumiendo de manera dramática
la realidad, somos una democracia con un sistema de economía social de
mercado. La única manera de gobierno es desde las instituciones y con
medidas que apruebe el Parlamento.
¿Cómo ve esta integración política
que se va gestando en los hechos con la negociación del Presupuesto
entre Podemos y el PSOE? En términos económicos, ¿Es un corrimiento del
PSOE a la izquierda o de Podemos al centroderecha?
Yo creo que
Podemos está asumiendo dramáticamente la realidad. Somos una democracia
con un sistema de economía social de mercado que se gobierna desde las
instituciones. La única manera de gobierno es desde las instituciones
con medidas que el Parlamento apruebe.
Si consideramos la realidad
española y la comparamos con lo que ocurre en los demás países de la
Unión Europea, España sigue por debajo de la media europea en presión
fiscal, en progresividad fiscal, en recaudación y también en gasto de
bienestar. De modo que no estamos haciendo nada que no haya ocurrido en
la Unión Europea, en Holanda, en Francia, en Alemania, en Bélgica, hace
diez años o más. De modo que hay que desdramatizar y quitarle el tono
dramático con el que la derecha nos está respondiendo.
Otra cosa es
la discusión de la senda, es decir si esta homologación con Europa hay
que hacerla en dos años, en cuatro o en seis. De hecho, el programa
socialista para gobernar en solitario ya hablaba de una convergencia y
de un aumento del gasto fiscal, convergencia por la vía de los ingresos
como del gasto.
Pedro Sánchez ensaya un nuevo centroizquierda europeo
Desde
el exterior a Rajoy se lo ve como la persona que encabezó un ajuste
durísimo, pero también como el responsable de estabilizar la
macroeconomía española y generar una leve recuperación. ¿Cómo ve usted
ese proceso?
Hay que mirar bien lo que pasó. España entre 2008 y 2015
destruyó el diez por ciento de su producto interno bruto y no
recuperamos el PIB de 2008 hasta este invierno. Esto fue producto de la
crisis y del ajuste posterior. De modo que tuvimos una curva, luego un
bache y el producto bruto de 2008 lo hemos recuperado este año, pero
este diez por ciento supuso la destrucción de tres millones de empleos,
que aún no se han recuperado. De un país en el que había más de 20
millones de empleados por cuenta ajena, asalariados, bajamos a casi 17
millones. Y aunque recuperamos el producto, no hemos recuperado el
empleo que teníamos antes, tenemos casi un millón menos.
¿Y qué ha
pasado? Que esos 3 millones de empleos eran de mucha mejor calidad que
los empleos que se han generado ahora. Se destruyó empleo bien
remunerado con contratos de duración indefinida, estable, de altas
características contractuales. Y el empleo que lo ha reemplazado es
precario, temporal, de salarios muy bajos y que, si bien a muchas
personas les ha permitido volver al mercado de trabajo, lo han hecho en
condiciones mucho peores a las anteriores. Y los jóvenes que entraron
por primera vez al mercado, lo han hecho en condiciones muy inferiores.
¿No
se trata acaso de un proceso global, que implica la progresiva
destrucción de lo que fue el Estado de Bienestar? A Obama también se lo
criticaba por lo mismo, por la baja calidad de los empleos que su
administración generaba.
Pero es que en Estados Unidos no se ha
destruido producto bruto y aquí sí y un diez por ciento. Por eso decía
al principio que un presupuesto tiene que compaginar dos tipos de
medidas: las que buscan compensar lo perdido y proteger a las personas y
garantizarles la igualdad de oportunidades; y luego también en el medio
y largo plazo. Tiene que pensar qué es lo que hay que hacer para que
una economía como la española, que es la cuarta de zona euro y décimo
octava del mundo, pueda volver a generar empleo de calidad que le
permita a los ciudadanos un proyecto de vida digno, porque ahora no lo
está haciendo. Esto exige también invertir en educación, en ciencia, en
infraestructura, ayudar a la industria. Y es lo que hay que compaginar
con el gasto corriente directo, que es transferencias. Y esto es lo que
no es fácil de hacer a la primera. Es necesario hacerlo con la economía
en crecimiento.
¿El euro, que está tan caro frente a otras economías, no supone una restricción adicional?
El
euro tiene un problema, que no es tanto del euro como restricción
competitiva, sino del euro como instrumento incompleto. Porque tenemos
una moneda única, tenemos una política monetaria única -con el Banco
Central Europeo que fija una tasa de interés para todo el mundo igual,
que de hecho nos ha permitido salir de la crisis... tarde, pero salir al
fin-, pero no tenemos elementos fiscales comunes.
Por ejemplo,
cuando en 2008-2009 entramos en crisis, en España la situación era mucho
más grave que en el centro de Europa por culpa de la explosión de la
burbuja inmobiliaria. Eso requería que en España hubiera elementos
fiscales contracíclicos que hubiesen podido compensar, solamente aquí,
esa destrucción de empleo en la construcción. Porque de los tres
millones de empleos que destruimos, dos millones estaban vinculados a la
construcción.
No solamente las personas que trabajaban construyendo
casas, la construcción es también toda la industria que provee para su
equipamiento. Cerraron cientos de fábricas de electrodomésticos, de
materiales, de aberturas. Había industrias que pensaban "No vamos a
cerrar porque somos de alta tecnología, hacemos fibra óptica", pero
claro, para que se venda fibra óptica hace falta construir nuevos
barrios.
De hecho, fue la crisis inmobiliaria española la que luego
provocó la crisis financiera y lo que, a su vez, generó la crisis de
deuda. Aquí el problema no fue el mismo que en otros países, fue la
consecuencia de apostar durante veinte años a lo inmobiliario.
España
entre 2008 y 2015 destruyó el diez por ciento de su producto interno
bruto y tres millones de empleos, de los que sólo recuperamos dos
millones y de peor calidad.
¿Cómo se beneficiaría España de que haya una mayor coordinación fiscal?
Es
al revés: si vamos a tener una política monetaria única, necesitamos
políticas fiscales que permitan aplicar de forma diferenciada programas
contracícilicos. Si en Alemania no tuvieron ese problema, fue porque no
había tanta construcción. Mi punto es que no puedes con la misma
medicina curar dos problemas distintos. Es de sentido común, si España
debe hacer un ajuste, pues que la Unión Europea se encargue de invertir
en la educación de los parados.
¿Y por qué Alemania, por ejemplo, accedería a costear el mal manejo fiscal de España, o su especulación inmobiliaria?
Sucede
que estamos todos en el euro y la solidaridad se gestiona en los buenos
días y en los malos días. Buena parte de la especulación de la
construcción en España era de capitales centroeuropeos por todo el
ahorro que generaban gracias a que su industria automovilística vendía
sus coches en España, y eran los fondos de inversión de los bancos de
toda Europa. De modo que no se puede tener una unión monetaria sin mirar
en sentido integrado todos los elementos de un mercado único y encima
con movimiento de capitales. La solución es completar el euro, no
dinamitarlo.
¿Es decir no ir por la senda de Italia, que parece encaminarse hacia una ruptura?
No.
Y hay otra serie de cuestiones que llevan sobre la mesa muchos años,
por ejemplo, es inaceptable que empresas que operan en la zona euro
tributen fiscalmente en países que son en la práctica casi paraísos
fiscales como sucede con las multinacionales tecnológicas que están
tributando en Luxemburgo o en Irlanda. Si estamos todos en el mismo
mercado, pagamos todos lo mismo: si no, luego no hay recursos para otras
cosas.
¿Es importante en términos cuantitativos la tributación que se pierde por el lugar de radicación de estas empresas?
Es
importante porque va sumando, va sumando y resulta que España tiene una
capacidad fiscal muchos puntos por abajo de la media europea y ves que
Uber o Starbucks u otras empresas que aquí tienen grandes mercados y
como hace Amazon, pagan sus impuestos en Irlanda. Entonces Irlanda puede
ajustar menos su presupuesto, pero sin embargo España no.
¿Diría
usted que estamos asistiendo a un cambio de tendencia en los gobiernos
de Europa con el de Sánchez proponiendo un presupuesto expansivo y
todavía mucho más fuerte en el caso de Italia? ¿Puede profundizarse esta
tendencia o estamos ante episodios aislados?
Creo que no se puede
vincular un cosa con la otra. En Italia han presentado un presupuesto
que no respeta el Pacto Europeo de Estabilidad en un contexto de
creciente euroescepticismo. Sería un disparate mayúsculo que Italia se
alejase de la Unión Europea.
De hecho, la Unión Europea ha sido la
garantía de estabilidad y crecimiento de Italia desde la adhesión, es un
Estado fundador. En Italia lo que hay es un problema político
gravísimo.
Sin embargo, ellos dicen "Con la Lira estábamos mejor".
Pues
no, no es verdad. Es verdad que Italia lleva quince años sin crecer,
que lleva quince años sin invertir en los italianos y en las italianas.
Es un gobierno con muy mala calidad institucional, muy inestable, con
una deuda pública gigantesca, donde no se han producido reformas para
compaginar la protección de los ciudadanos y el trabajar para un futuro
mejor. En Italia llevan demasiado tiempo viviendo de rentas. Y luego los
argumentos que han prestado en Bruselas. Son populistas y falsos.
Por
el contrario, el presupuesto presentado en el Parlamento español
respecta el Pacto de Estabilidad, que puntualmente a lo que obliga es a
no superar un nivel de déficit, pero los gastos pueden gestionarse como
se quiera, siempre y cuando se respete esa diferencia pactada con el
resto de los socios europeos. Y ahí, además es donde tenemos un problema
de obstruccionismo político. Porque la Mesa de Parlamento está
controlada por el PP y Ciudadanos, que están impidiendo que la mayoría
de diputados que quieren sacar este presupuesto lo puedan hacer con la
agilidad que el momento requiere.
Italia lleva quince años sin
crecer, llevan demasiado tiempo viviendo de rentas y con una deuda
pública gigantesca. Y ahora tienen un gobierno con muy mala calidad
institucional, los argumentos que han presentado a Bruselas son falsos y
populistas.
¿Usted dice que las objeciones que plantean desde el PP y Ciudadanos son más de índole política que técnica?
Exactamente.
Han querido sembrar cierta alarma sin fundamentos económicos de fondo.
Es verdad que son partidos que han hecho lo contrario cuando gobernaban.
Particularmente para el Partido Popular, durante los siete años del
gobierno de Mariano Rajoy la deuda pública aumentó casi en cuarenta
puntos sobre el PBI, aumentó el gasto, aumentó la presión fiscal. Y sin
embargo, ahora reivindica lo contrario. Con el PP, quedamos lejos de la
media del gasto de la zona euro.
¿Cuán lejos está España del promedio de gasto social de Europa?
Si
nos comparamos con Francia, pensemos que el total de su gasto público
es del 55% del PBI contra algo más del 40% de España. Son datos de 2017,
del gobierno de Macron al que nadie tildaría de izquierda, ni de
chavista. Sucede que también tiene mayor presión fiscal con la que
financiar ese gasto, ellos recaudan más del 47% de su PBI y nosotros
poco menos del 33,9%. Así y todo, en materia de déficit la diferencia es
menor: 2,6% del PBI de déficit contra el 3,1% aquí. Y eso sin tener en
cuenta que su deuda pública es del doble que la española.
¿Por qué
piensa que la lectura de los empresarios -en general- es que cualquier
propuesta que vean con tinte expansivo los lleva a decir: "Este
articulado con Podemos nos va llevar al populismo, al chavismo, al
desastre económico"?
Como decía antes, Podemos ha evolucionado mucho.
Al principio era un partido abiertamente "antisistema" y de hecho un
componente de Podemos se llama "Grupo Anticapitalista" y eso generaba
mucha desconfianza. Antisistema porque muchos de los líderes de Podemos
no asumen el sistema de economía social de mercado con el más deseable
para una sociedad como la española -cosa que yo no comparto-. Es normal
que eso genere inquietud entre los ejecutivos, sean empresarios o de
otro tipo.
Tampoco creo que a los empresarios haya que considerarlos
de manera unívoca: los empresarios cuando actúan coordinadamente en sus
asociaciones patronales defienden la economía social de mercado y al
mismo tiempo defienden sus intereses. Y Podemos ha cuestionado elementos
básicos de la economía social de mercado e incluso elementos básicos de
la Unión Europea como ser el euro, la estabilidad presupuestaria, la
política monetaria, se han cuestionado todo, hasta la mismo propiedad
privada en algunos casos.
¿Diría que Sánchez en materia económica está en la misma senda que Felipe González?
Pedro
Sánchez es un socialdemócrata clásico, economista, muy bien formado y
no se distingue en nada de la corriente clásica del partido socialista.
Lo que ocurre es que el contexto en el que está gobernando es muy
distinto al que le tocó a Felipe González, que tuvo cinco mayorías
absolutas consecutivas en el Parlamento. Pedro no tiene esa suerte.
En
cada momento hay que acomodarse a la realidad y hemos aprendido mucho
de la crisis. Nada de lo que está ocurriendo en el mundo, ni Brexit ni
Trump, serían lo que son sin la crisis económica de 2008. Y aprendimos
que se reaccionó tarde, que dejamos que en España la burbuja
inmobiliaria creciera demasiado, se supervisó mal a los bancos, luego se
monetizó contra deuda el déficit privado con el rescate a los bancos.
Al final terminamos pagando con los impuestos una crisis que no
generamos los ciudadanos, a costa de recorte sociales y también a costa
del futuro de oportunidades.
Una persona puede soportar un recorte
social un tiempo, puede soportar colas en la sanidad, o sea lo puede
sufrir, pero lo que es muy duro también es renunciar a oportunidades
futuras. Los recortes afectaron al futuro: el futuro ahora es peor que
el futuro que imaginábamos hace diez años. Hay un sector que quedó muy
debilitado. Ayer mismo se anunció el cierre de unas plantas industriales
-las fábricas de Alcoa- con tantísimo capital fijo invertido. Si una
empresa internacional así cierra, tenemos que preocuparnos. Algo de
fondo no funciona bien.
Por eso tenemos que ser competitivos para
garantizar bienestar y eso exige un Estado de bienestar potente, pero
también una economía productiva fuerte. Y son estos los dos elementos
que tenemos que combinar en el presupuesto. Perdimos mucho tiempo con el
Partido Popular, tenemos que empezar a transitar ya un camino distinto,
que sea europeo -no hay vida fuera de Europa-, distinto a lo que
hicimos entre 1993 y 2008.