Las esferas de lo público y lo privado en el MoDEPyS
Las esferas de lo público y lo privado en el MoDEPyS
por Lic. Guillermo Moreno*por Dr. Claudio Comari*por Lic. Norberto Itzcovich* BAE
Quienes venimos predicando insistentemente sobre el Modelo de Desarrollo Económico Permanente y Sustentable (MoDEPyS), debemos reflexionar profundamente en torno de la asignación de recursos entre los diferentes sectores que componen la economía, que se realiza a partir de las señales de precios que brinda el mercado, destacando, a su vez, el rol del Estado dentro del universo de los "regulados", y poniendo especial énfasis en cómo se entrelazan los segmentos de mayor productividad y niveles de formalización con el denominado Sector Informal Urbano1 (SIU).
En el marco de este debate, en nuestro artículo El día después de mañana
(BAE Negocios, 15/10/18), sosteníamos: "en las economías modernas, la
posibilidad de reponer lo que se consume (reproducción ampliada) depende
de la tasa de inversión. El quantum que esta alcance, inter e intra
sectores, determina, entre otros aspectos, el gradiente que establece
los beneficiarios centrales, secundarios y marginales, e incluso, en
algunos modelos (como los neoliberales), quienes quedan "descartados",
al decir del papa Francisco, de toda recompensa".
Esos diversos
ordenamientos, que no son otra cosa que "modelos de acumulación de
capital", encarnan tanto en la dimensión más profunda de la política, en
términos de definición de la relación de los diferentes actores
económicos y sociales entre sí (lo representado), como con las
formaciones que disputan los espacios de decisión (las representaciones)
que los expresan.
Repasábamos la semana pasada ("Sobre las
representaciones y lo representado", BAE Negocios, 5/11/18) los
contrastes observables entre un único modelo hegemónico perdurable como
el que imperó en Brasil desde el golpe de Estado de 1964 hasta estos
días, y la pendularidad de la superestructura política argentina,
tensionada entre dos modelos contrapuestos, suficientemente vigorosos
para, alternativamente, establecer primacías sobre su contrario, pero a
la vez imposibilitados de consolidarlas en el tiempo.
Continuando
estas reflexiones, especialmente desde el punto de vista de cómo la
expresión, en términos políticos, de necesidades, intereses y
aspiraciones de los conjuntos sociales, se vincula con su participación
en la generación y distribución del ingreso total, en esta nota,
proponemos un análisis complementario a los anteriores, en torno a la
forma más eficiente de abordar la problemática del SIU y su articulación
con los ámbitos de mayor formalización.
Al ser el sector privado
de la economía el principal generador de valor agregado, deben
propiciarse las condiciones macroeconómicas para que las compañías
incrementen su tasa de ganancia y consecuentemente su actividad, hasta
lograr el pleno empleo de los factores productivos.
Sobre el Estado, la informalidad y la exclusión
Entre
las múltiples implicancias de la relación público-privado, se encuentra
la referida a las problemáticas que expresan las denominadas
"organizaciones sociales", que reúnen a un heterogéneo colectivo que va
desde el SIU a los contingentes de "excluidos" residentes en barriadas y
asentamientos.
Tales organizaciones se han ido
institucionalizando progresivamente, formando diversos nucleamientos con
creciente protagonismo, tanto en su actuación en el ámbito social
(comedores comunitarios, clubes y centros vecinales, etc.) y económico
(cooperativas de trabajo, gestión de empresas recuperadas, etc.), como
en su participación y representatividad política.
La
consideración sobre la importancia de este conglomerado social, tanto en
términos numéricos como en su actuación pública, se expresa en los
numerosos estudios existentes sobre el SIU y los debates sobre la
"superpoblación relativa" o "masa marginal".
En este entorno, la
pobreza y la desocupación que conviven al interior de este extendido
conjunto social suele ser caracterizada como "estructural" por
determinados enfoques. Esto implica asumir que, a pesar de que el
aparato productivo lograra funcionar a pleno, siempre existiría una
cantidad de familias que permanecerían en aquella condición.
De
allí que, casi invariablemente, las respuestas de política económica a
esta problemática oscilen entre resignarse a la exclusión (el penoso
criterio de "que se la rebusquen"), que es la "solución" neoliberal, o
bien que tengan un ingreso de subsistencia a partir del presupuesto del
Estado en cualquiera de sus tres niveles.
Sin embargo, además de
resultar ambas opciones económicamente ineficientes, la primera es
moralmente inaceptable, en tanto la segunda implica convertir en perenne
el equilibrio subóptimo alcanzado.
Si, por el contrario, se
incrementa la tasa de ganancia de estas unidades productivas (UP)
integrantes del SIU, es esperable que su crecimiento redunde en la
formalización, con las ventajas de inclusión social que ello trae
aparejado.
El rol del estado, en consecuencia, es el de utilizar
sus políticas regulatorias para establecer el marco adecuado en el que
todas las UP obtengan su cuota parte del excedente. Y esa decisión,
obviamente, tiene estrecha relación con las consecuencias sobre los
ganadores y los perdedores en el devenir del MoDEPyS.
La apropiación del excedente
El
aparato productivo argentino, a diferencia de lo que acontece en las
economías de otros países de Iberoamérica, se caracteriza por la
generación de un único excedente social, apropiado en forma desigual por
los distintos eslabones de las cadenas de producción y
comercialización.
Sin embargo, actualmente, la desaparición de la
tasa de ganancia (en prácticamente todos los sectores de actividad, al
margen del tamaño de las empresas) producto del elevado costo de la
energía y la espiralización hasta el ridículo de las tasas de interés
reales, dañan peligrosamente la base material de la nación2.
Por
su parte, desde el inicio del gobierno, los sectores populares ven
gravemente afectados sus ingresos (conformados por sueldos, salarios,
jubilaciones y pensiones), por el efecto devastador del aumento del
precio de los alimentos (con origen en la devaluación inicial y la quita
de retenciones), lo cual a su vez provocó una brutal pérdida de su
poder adquisitivo, y la lógica caída del consumo.
En
consecuencia, para recrear el círculo virtuoso de una economía sana,
deben maximizase los vectores de competitividad del aparato productivo
nacional, que no son otros que los asociados a las rentas
extraordinarias3, utilizando todas las herramientas que el Estado tiene a
su disposición en materia de regulación de precios.
Así, en el marco de un modelo que tienda al equilibrio:
a)
desde el lado de la oferta, deberá contarse con precios de la energía
(en todas sus formas) adecuados a los valores de los mercados de
referencia internacionales, lo cual redundará en la baja de los costos
totales de las empresas y en la recomposición de su rentabilidad y,
b)
desde la perspectiva de la demanda, buscar precios justos y equitativos
para los alimentos que permitirá recomponer el poder adquisitivo de los
ingresos populares, impactando favorablemente en el consumo privado.
Ello,
junto con políticas de tipo de cambio competitivo y una adecuada
administración del comercio exterior (cuya implementación se ve
favorecida por el contexto internacional), garantizará la hegemonía de
las empresas locales en el mercado doméstico, al tiempo que potenciará
su inserción en los internacionales.
Este correcto
desenvolvimiento del MoDEPyS permitirá arribar al pleno empleo de los
factores productivos, posibilitando, por lo tanto, la paulatina
incorporación del SIU al sector formal de la economía.
Durante
este tránsito, quedará demostrado que la pobreza y la desocupación no
deben ser caracterizadas como "estructurales", sino sólo
"circunstanciales".
*MM y Asociados
1 Definimos al SIU,
como aquel sector compuesto por múltiples unidades productivas
(unipersonales o no) oferentes de bienes y servicios, donde no resulta
determinante su tipificación de acuerdo con el grado de cumplimiento de
sus obligaciones fiscales, sino ciertas características intrínsecas de
su organización, principalmente la indiferenciación en la retribución
entre el trabajo y el capital, entre otras. Son activos generadores del
excedente social, pero participando sólo marginalmente en su
apropiación.
2 Las empresas, como simbiosis del capital y del
trabajo, son el elemento primario constitutivo de la base material de la
Nación.
3 Las rentas extraordinarias, tal como definimos en
nuestro artículo “Cómo seguimos” (BAE Negocios, 29-1-18), están
constituidas por “aquellos beneficios redundantes, que se generan en el
mercado, independientemente del trabajo humano, y se obtienen a partir
de ejercer la exclusividad de la explotación de algún recurso natural”.
Esa característica, en Argentina, la cumplen algunas tierras y la
energía fósil, constituyéndose, en consecuencia, en los vectores de
competitividad de nuestra economía.